sábado, 26 de marzo de 2005

DCD en México el próximo septiembre

Brendan Perry, un anglo-irlandés nacido en Londres en una familia con fuertes raíces celtas que creció en Nueva Zelanda y Lisa Gerrard quien se crió en Australia en un barrio de inmigrantes de diversas partes del mundo dónde escuchó diversos estilos musicales, se encontraron para descubrirse como almas musicales gemelas y conformaron junto con otros integrantes que pronto salieron (Simon Monroe y Paul Erickson) una de las mejores agrupaciones musicales de la década de los ochentas y primera mitad de los noventas: Dead Can Dance quienes entre 1984 y 1996 editaron nueve discos los cuales son una muestra de que también en la década perdida de 1980 se produjeron algunas obras de gran valor artístico.
Los amantes clasificar los estilos dicen que su música es Gótico, aunque también hay quien sostenga que es New Age, e incluso que forman la vanguardia en la llamada Música del Mundo. No sé bien qué quieren decir con eso y no encuentro mucha utilidad en dichas clasificaciones; lo que es un hecho es que Dead Can Dance produce un sonido con instrumentos medievales y renacentistas, sintetizadores, así como percusiones de medio y lejano oriente, dando por resultado un sonido netamente peculiar e inconfundible. Lleno de voces del pasado medieval y renacentista, pero también de luces actuales, de ritmos negros y amarillos y de cantos profundos. La hermosa voz de Gerrard, quien trata de expresar el sentimiento de la manera más pura y directa, comprensible para todo corazón humano, canta sin articular palabras. Con ella no hay idioma qué traducir, simplemente son sonidos que surgen de su alma y para el alma.
"Saltarello", "Ariadne", "Fortune presents not according to the book", "Yulunga" o "Nierika" sólo por hablar de cinco piezas consideradas al azar de su basta producción, muestran que DCD escapa a las clasificaciones y que su música es un medio para viajar al interior y un refugio donde comulgan diferentes tiempos, lugares y culturas. Sin duda se observa que tanto Gerrard como Perry han investigado la música medieval, la renacentista, pero también la producida en medio oriente, en Egipto, en Turquía, en el oeste africano, y en los pueblos indígenas de América. Esto sin restar importancia a la herencia celta que ambos se afanan tanto en reproducir.
En 1996 Gerrard y Perry hicieron una pausa a sus proyectos y con la gira de Toward the Within concluyeron una etapa en su producción para iniciar otra como solistas, durante la cual han creado The Mirror Pool y Dualitity, de Gerrard, o The Eye of the Hunter de Perry; aunque también han participado en varios soundtracks de películas como Ali, The Whale Rider, Gladiador, The Black Hawk Down, The Insider, etc. Gracias a estas participaciones en soundtrakcs Gerrard ha alcanzado a un público mucho más amplio, lo cual desde luego festejo, porque la popularidad no ha significado una decrecimiento de su calidad, sino sólo que mayor cantidad de personas se puedan deleitar con su voz.
En este 2005 Perry y Gerrard decidieron volver a conformar Dead Can Dance y dar presentaciones en Europa y Norteamérica. De nuestro país sólo visitarán la ciudad de México en septiembre, dando sólo un concierto. Desde luego, que su presentación valdrá mucho la pena, pues están presentando música inédita. No obstante, la mayor parte de los tapatíos a quien nos encanta, literalmente hablando, Dead Can Dance no tendremos la oportunidad de asistir a tal concierto. Realmente es una pena perder la oportunidad de conocer a ese par de músicos con quienes he compartido desde hace muchos años varios los momentos de mi vida.
Desafortunadamente a nuestra ciudad, como ya se está haciendo tradición, no llegan los grandes espectáculos. A pesar de que el teatro Diana ya abrió sus puertas en nuestra ciudad y ha traído varias representaciones de talla internacional, lo cual sin duda es un motivo de festejo y orgullo para todos los tapatíos, a Dead Can Dance no lo consideraron. ¿Cuáles son las razones de esta importante omisión? No lo sé. Pero si se toma el argumento de que el dinero, en este tiempo de globalización y libre mercado que nos toca vivir, es lo que mueve al mundo; estoy seguro que un espectáculo de esta envergadura produciría importantes ingresos; sé que hay muchas personas que buscan abrir sus horizontes más allá de sus propias narices; ese público alternativo que intenta encontrar música que hagan vibrar al espíritu.