miércoles, 21 de noviembre de 2007

Agrura light

 

¿Quién es como esos desquiciados que sólo comen manzanas para evitar la oxidación que producen los radicales en las células del cuerpo? ¿Quién no anda por la vida contado las calorías que se lleva a la boca? ¿Quién no se mantiene a dieta para lograr el peso y la figura "ideal" y así agradar a los demás?

Disfruto los tacos de birria y los de barbacoa, los de tripa pero no de cualquier lado; por la noche el pozole y las enchiladas y los tacos de labio con cebollas de cambray fritas. Si se trata de bebidas, la coca por sobre la horchata, el limón o la jamaica, la pepsi, el seven, y el sidral. Si de lonches se habla la cubana y el de pierna; el clásico de jamón pero si es casero... El menudo, el sábado en la mañana, temprano; el domingo frijoles con molcajete y morusas de chicharrón. La italiana o la argentina cuando se trata de restaurante y nos ponemos catrines.

¿Que la palabra light no significa luz? ¿Verdad que no tiene nada que ver con sustitutos de azúcar y grasas, ni calorías? Sin duda fue una fabulosa idea convertir a la gordura en enfermedad, así tenemos la moda de ir contando cuantas personas mueren de diabetes-obesidad y más de algún laboratorio quisiera que hubiera más muertes de gordos diabéticos que de accidentes automovilísticos, como en realidad ocurre. Maldita la hora en que se le ocurrió al productor de 60 minutes de la NBC sacar un reportaje sobre el incremento de niños gordos diabéticos de una reservación de indios en EUA.

Para un laboratorio no hay mejor enfermedad que aquella que no tiene cura. Enfermedades como la artritis, el cáncer, el sida y el diabetes, entre otras, son grandes consumidoras de medicamentos; millones de pesos se gastan cada año en medicinas que sólo alivian medianamente los padecimientos del enfermo, pero nunca le van a producir la cura. A esto hay que añadir el creciente consumo de los productos del doctor Simil y de los medicamentos genéricos.´

Pinky y Cerebro en su último intento de conquista al mundo han logrado inventar una máquina con puede contener todo el aire que hay en el ambiente y para que los seres humanos puedan respirar, deben de pagarlo como un servicio más. Cerebro descubrió que el secreto estaba en la escasez. Si es escaso se puede vender, si es abundante escapa al terreno de la economía. Curioso que la disciplina que estudia la producción, distribución y consumo de los bienes esté centrada precisamente en el concepto de escasez.

¿Quién quiere vivir cien años y pasar la vida encontrando los puntos medios y sensatos a las cosas; siendo inteligente, prudente, cortés? ¿Quién no va por la vida buscando espejos llenos con reflejos de vanas sonrisas aprobatorias?

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Fórmulas protocolarias

Sí, algún día iban a coincidir. Los dos pensaron en eso cuando surgió la necesaria separación. Ella lo vio y no encontraba un lugar donde poner la vista. Trató de mantener la calma pero el índice no dejaba de girar nervioso por el borde de la copa. Un pequeño sorbo del vino blanco reseco no alivió la creciente ansiedad. Cada vez se acercaba más. ¿Le hablaría? ¿Se acercaría a cumplir con los ritos protocolarios a los que se comprometió? ¿Estaría igual de nervioso que ella? ¿Le voltearía la cara con el desprecio que en diferentes ocasiones mostró impúdicamente? ¿Actuaría como si no la viera? Él conocía más personas que ella. En parte era por él que ella estaba ahí. Él la invitó a participar en estos avatares. Se dio cuenta de que Otto también lo había visto porque sintió como le presionaba con más fuerza la mano y él empezó a querer reír de las trivialidades que con afán cómico les contaba Omar. Rápido sacó un cigarrillo. Una bocanada larga y profunda no aplacó el temblor creciente del estómago.
La calvicie había avanzado desde la última vez. Ahora vestía traje oscuro; sencillo, nada muy formal ni llamativo. No le hacía falta la corbata, lo hacía incluso más afable. Se acercaba a los grupos de las personas más cercanas a la puerta y saludaba con abrazos y besos. No tardaría mucho tiempo en verla. Justo cuando se le abalanzó Cynthia y lo abrazó, Ángela sintió que la veía. Estaba ahora sólo a unos pasos. Cynthia lo llevó a la mesa y le extendió una copa y le metió en la boca un canape. Ella siempre lo divertía. Era una niña. No tendría ni veinte años y era muy fea, pero sabía hacerlo reír. La muchacha de pronto corrió a la puerta para saludar a Lalo que recién llegaba.
Con sus ojos oscuros bien puestos sobre los de ella avanzó sin vacilar. Su rostro inexpresivo la halaba. No sabía qué ocurría dentro de él. Omar seguía con su charla enana y no había visto a Andrés. Otto fingía escuchar la plática y no percibir la presencia del recién llegado. Ángela inmóvil decidió bajar la mirada para no sentirse tan vulnerable. Andrés tocó el hombro de Omar para interrumpirlo, el parlanchín se viró “Quihubo Andrés qué gusto verte” y le extendió los brazos. “¿Cómo estás Omar? Te ves muy bien”. “Pos aquí andamos echándonos unos alcoholes catrines con los amigos”. “Ah eso está muy bien… ¿Qué tal Otto, tanto tiempo?” “Andrés”. No hubo abrazo, Otto no dio oportunidad de que ocurriera cuando extendió su mano rígida para el apretón de manos. “Hola Ángela”. No abrió los brazos. “Hola Andrés. ¿Cómo has estado? Se te ve muy bien”. “Muy bien gracias. Lo mismo digo para ti… Bueno, me dio gusto encontrarlos por aquí. Voy a saludar a los que me faltan”. Sólo ella contestó “Muy bien Andrés”.
Sólo fue eso. Un saludo aséptico, indiferente. Ángela no podía llamarlo grosero. Cumplió con su palabra. Pero justo en ese momento se percató de que tal pulcritud en el trato le era insuficiente. ¿Prefería ese vacío antiséptico que se colaba con el humo nervioso del cigarro o la ambigua sensación de haber tenido la oportunidad de estrechar su mano y oler su humor tan peculiar? La voz de Otto ofreciéndole más canapés era distante, opaca. Negó con un breve ademán. Rechazó la insistencia para que sus ojos dejaran de estar fijos en la nada. Ángela necesitaba permanecer unos momentos más en su ensimismamiento y conservar la ingravidez de su estómago.
El vino reseco le raspó la garganta. El amargo paté de hígado de ganso le repugnaba. Nada podía suplantar el sinsabor de la impotencia que le produjo ver nuevamente a Ángela. No esperó encontrarla ahí. Aunque en el fondo, y sin aceptarlo, deseaba que ahí estuviera. Los talleres en el trabajo, las conferencias, los simposios y seminarios en los que había tratado con gente totalmente desconocida le hicieron un maestro en el manejo de los protocolos de convivencia. Correspondió a lo que Ángela le pidió la última vez que habló con ella. “No te preocupes, si alguna vez te llego a ver, ten la seguridad de que pasaré a saludarte, incluso te preguntaré con legítimo interés cómo estás; pero no me pidas que me quede platicando ahí contigo. Eso sería faltarme al respeto a mi mismo y a ti. Porque sabes que yo no puedo estar tranquilamente contigo. En instantes mis entrañas empiezan a arder; tu me pides que me deshaga de eso, a pesar de que a ti también las llamas te consumen sólo con olerme...”

Ya acercándose a los cuarenta, cosas más concretas y prácticas empiezan a ser importantes. Los idealismos de la juventud que cree en el amor que todo lo da y todo lo perdona, empiezan a desvanecerse por horribles comparaciones. ¿Casa o departamento? ¿Camioneta o sedán? No es que el amor haya desaparecido, pero se convierte sólo en una variable más a considerar, entre muchas otras y en bastantes ocasiones no es determinante para tomar una decisión. A pesar de eso en las noches de soledad, cuando el tiempo se queda detenido y los ruidos del mundo se enmudecen, los coros a Pablo Milanés siguen ahogando los ojos en lágrimas,
Pasan los años,
y cómo cambia lo que yo siento;
lo que ayer era amor
se va volviendo otro sentimiento.
Porque años atrás
tomar tu mano, robarte un beso,
sin forzar un momento
formaban parte de una verdad


Desciende la lágrima pesada por la mejilla hasta acurrucarse en la comisura de los labios. Amargas, saladas, dulces, agrias, serían sabores que ella preferiría; pero no, las de sus ojos son simplemente agua: insípida, incolora, inodora, pura, limpia. Son lágrimas antisépticas como el ambiente en su habitación y el rincón oscuro de la cama desde donde vive su insoportable tranquilidad. Imperturbable en su habitación no quita los ojos de la llama clara de la vela que se consume inmóvil, en una desquiciante calma. Parece que el viento no rodea al candil, como si no lo tocara, como si sus ráfagas fueran incapaces de quebrantar su quietud. No hay siquiera imperfectas gotas de cera consumida chorreando los bordes. Es la perfección misma de la vida calma que va llenando los años sin accidentes.
Quiere darle una interpretación esotérica a la llama inmóvil y la intenta ver como un reflejo de su espíritu, pero no le convence. El grito reprimido le ahoga la visión ingenua y se clava en el estómago hirviendo en un flujo acidísimo que sube para arderle el esófago.
Con su ardor fija su atención en la muñequita bien peinadita, con sus mejillitas rosadas y sus ojitos azules. Es hermosa, perfecta. Es una caricia a los ojos. Nadie la ha tocado, ni nadie la tocará, su pulcritud no invita a hacerlo. Ni siquiera ella la toma entre sus manos. No tiene mancha, ni el polvo osa posarse sobre su superficie pulcrísima. Intenta soltar ese grito reprimido y vomitar el ácido que la carcome en calma. Golpear la cama de seda blanquísima y dejar que el llanto fluya.

Con lágrimas en los ojos le imploró que reconsiderara.

Te estás haciendo daño. No lo amas. Te invito a que volemos juntos después de hacer el amor, como nos levantamos aquella noche de sábado que llegaste de imprevisto y nos fundimos sobre el escritorio viejo y pesado. Cómplice silencioso que contuvo estoicamente las llamas, los olores y sudores…

Preferí la seguridad ¿qué tiene de malo eso? Puedo estar con él dándole una buena cara y sábanas limpias que no vuelan, pero sábanas a fin y al cabo. Camas sin pasión pero que aplacan la ansiedad. Además la exigencia no es frecuente. Su aroma a caucho rancio desfallece pronto sin pedir mucho. Una noche a la semana llegan las rosas amarillas que no son nada. Y eso si no hay cansancio o dolor de cabeza. Es el precio que tengo que pagar por esta vida tranquila, esclerotizada que corre en paz.

Verlo implicaba tocar las fibras ocultas y reconocer su elección de vida insípida y segura. ¿Qué habría ocurrido? ¿Hubieran mantenido todavía encendida la llama pasional que surgió desde la primera vez que se vieron? ¿La habría dejado nuevamente? ¿Habrían concebido al hijo que él le pidió? Irracionales pensamientos que tocaban el más hondo dolor al que no quería contactar. Otto la quiso besar, Ángela cerró sus labios y recordó la última vez que estuvo con Andrés: aquella madrugada de marzo cuando solo con besos pudieron sentirse mutuamente el alma.

Vio como se le acercó a Gloria, la besó tiernamente y abrazó a su hijo recién nacido.

jueves, 25 de octubre de 2007

Canto que intenta no ser tan desentonado

What would you think if I sang out of tune,
Would you stand up and walk out on me?
Lend me your ears and I'll sing you a song,
And I'll try not to sing out of key.
Oh I get by with a little help from my friends,
I get high with a little help from my friends,
I'm gonna try with a little help from my friends.
J.L. & P.M


Hasta hace algunos meses era un ser completamente noctámbulo. Sí, la noche para mi era el momento más creativo. El mundo se quedaba detenido y callado, entonces se empezaban a mover los engranajes de mi mundo. En no pocas ocasiones me despedí de la vigilia cuando se estrellaban los primeros rayos de luz en el nuevo día. No pocas batallas las libré en esas oscuras horas del día. Yo pienso que alrededor del 90 por ciento de lo que he escrito ha sido hecho después de las doce de la noche y antes de las cinco de la mañana.
Ahora ya no puedo mantener mi nuca fría. Antes de que descollen las primeras luces del alba emprendo mi viaje hacia el inevitable. 6:20 A.M. y el chamagoso ya va sobre el Periférico tomando Acueducto para virar luego en Patria, Vallarta, Lázaro Cárdenas y volar a 150 Km/h (jeje) sobre los chuequitos pero prácticos pasos a desnivel de esa vía rápida; aunque vuelven un callejón sin salida cuando hay un accidente.
Me acompaño de DCD, Los Beatles, Sinéad O'Connor, Caifanes y hasta por Belanova. Disfruto mucho mi trayecto cuando es fluido. Ahí voy yo cante y cante "Don't fade away...." "We all live in a yellow submarine..." y demás tonadas mientras siento el airecito frío que se cuela por la puerta caida del chamagoso. En no pocas ocasiones he querido ver montañas doblemente más grandes que el Everest elevarse ficticiamente durante el alba al sur de la ciudad; justo cuando voy sobre Lázaro Cárdenas un poco antes de la curva de la carretera a Chapala. Y me empiezo a imaginar cómo sería nuestra cultura si tuviéramos tamaña montañota nevada en nuestro paisaje... Me acuerdo de algunas lecturas sobre las fallas que tiene el determinismo geográfico, pero pronto las hago a un lado y me dejo llevar imaginando cómo afectaría ese doble y ficticio Everest al sur de la Zona Metropolitana de Guadalajara a nuestro clima y a nuestra forma de vestir. ¿Seríamos tan botanas como lo somos o nos tomaríamos más en serio?
Ahora que empieza el frío me resulta delicioso sentir como la piel de mi cara se vuelve rígida como el cartón. Por más que le subo la calefacción al chamagoso, la temperatura no se levanta. Pero por más frío que haga aquí en esta ciudad nunca se congelará el agua del radiador... y el pensamiento sigue fluyendo y me acompaño con él y con mi canto y con un taza de café aunque ya no con el cigarro, pues ya no fumo (aunque no sé si quiero dejar de fumar).
Les agradezco de veras tantas muestras de cariño.

Intentaré no cantar tan desentonado.

domingo, 22 de abril de 2007

Soliloquio

Help, I have done it again
I have been here many times before
hurt myself again today
and the worse part there is no one else to blame
Sia
Sí, nuevamente lo hice. Ahí estaban los brazos y el calor y el deseo y el olor y la luz y el brillo, pero terminé robando besos a una boca reseca y pellejuda, ahogada en miedo. Otra vez el llanto me llueve el alma. Perdí en mi apuesta. Es mi condición humana.
Vuelvo a ver los paisajes insípidos y el gris en el ambiente. La indiferencia de unos días para negar que necesito abrazos, calor, besos y caricias… Mientras el viento helado como respuesta en este medio antiséptico que no causa daños. Es mi condición humana.
Lo volví a hacer. En nadie finco culpas, más que en mi libertad. No es verdad que el mundo se haya desquebrajado por última vez, ni me rasgaré el brazo para dejar que todo termine diluyéndose en el agua tibia de la tina. Pero es no cierto que todo esté bien. No, no lo está y necesito un abrazo que me toque el pecho, necesito calor de cuerpo, besos de boca y caricias de yemas de dedos. Es mi condición humana.
Duele en este transitar incierto y el miedo por la contingencia no desaparece. Es mi condición humana. Esta noche no detengo el auto aunque sólo vea los próximos 15 metros y no bajaré la velocidad ni detendré la marcha para dormir, será el soliloquio.

domingo, 4 de marzo de 2007

¿Homo lupus homo?

¿Creer ahora cuando priva el desencanto, la desesperación, el odio, la sujeción, la enajenación, el sinsentido? ¿Vienes con eso justo ahora cuando el conocimiento ha desbordado toda su amargura y nos ha mostrado el mundo “justo como es”, así en su dimensión “más real”, ahora que sabemos la verdad sobre el ser humano?
¿Lustrar palabras como fantasía, fe, amor, encantamiento, hadas, magos, dragones y virar los ojos llenos de esperanza hacia los niños? No, eso es gastar el alma en vacuas ilusiones. No, eso es fomentar el consenso por el status quo? Dime tu ¿para que ensoñar corazones si va a llegar otro a sojuzgarlos, a explotarlos a manipularlos? Déjame enseñarles la historia para que de ella aprendan a revelarse, a sacar las armas, a manifestarse contra el stablishment. La verdad nos hará libres. La revolución es la única verdad. Sólo así será posible destruir el mundo alterado y corrompido que vivimos.
¿Con cuentos, con fantasía? ¿Bedtime stories? No, no puede ser. Lo que importa es resaltar lo que está mal, señalarlo, evidenciarlo. Eso implicaría un ocultamiento, un engaño vil para las masas enajenadas e idiotizadas. Ellas necesitan conducción, una voz que les muestre la podredumbre del sistema, un panfleto que les explique cómo son explotados, manipulados, sojuzgados por los desalmados capitalistas, eso es lo que hace falta. Retomar nuevamente la unión de los proletarios del mundo; fomentar la guerra, el odio, la revolución. Esa es la única vía.
¿Una revolución mediante la creación de mundos fantásticos, de sueños, de imaginación, y de pensar mundos imposibles habitados por hadas, gnomos, magos, elfos, faunos, alebrijes, aluxes, tlaloques, dioses y demonios?. ¿Volver a soñar en volar o caminar por las copas de los árboles o viajar a raz de mar o de suelo a velocidades incalculables? ¿Cuentos? ¿Fantasía? ¿Ilusiones? ¿Estás seguro? ¿Iniciar una transformación mediante un pensamiento fantástico? ¿Volver a ser niño?
¿Eso quiere decir que he errado el camino hasta ahora?

domingo, 18 de febrero de 2007

El primer gol

Es curioso, pero a las fechas no las recuerdo bien. Tuvo que ocurrir cuando yo tenía alrededor de siete u ocho años. Quizá menos o tal vez un poco más. Pero no lo puedo asegurar. De cualquier manera no es importante.
Contrario a lo que ocurría con la mayoría de los niños quienes tenían como sus ídolos a Hugo Sánchez o al gran Cabinho y sus famosos y numerosos goles, mis figuras preferidas eran los porteros: Olaf Heredia y Miguel Marín quienes para mi eran grandes por sus reflejos y agilidad felinos.
Por eso, cuando jugaba pedía ser el portero. Así podía disfrutar medir las distancias, poner atención con el ángulo que se ataca y que debía cubrir; los reflejos necesarios para no ser sorprendido y los lances. Esos, los lances era lo que más me deleitaba: volar por los aires para impedir que un balón cruzara la puerta. Esa acción requería de velocidad, precisión, agilidad, reflejos y fuerza; todo concentrado en un instante. Por eso me resultaba fantástico.
Yo tuve muy claro durante mi infancia que lo mío, así, lo mío, lo mío no era ser delantero, ni medio, ni defensa. Cualquier otra posición que no fuera la de portero, no más no se me daba. Durante un tiempo sufrí esa situación porque ingresó a jugar el Paja, un niño que era un excelente portero, mayor que yo por dos o tres años. Cuando él llegaba al partido yo no tenía oportunidad de jugar mi posición preferida y tenía que pasar dificultades pateando el balón. El problema era que la defensa, la media y, sobre todo, la delantera, no más no las entendía. Lo intentaba y lo intentaba, pero nada de goles, no estuve ni siquiera cerca de meter uno. No entendía dónde ubicarme para sacar ventaja, no tenía grandes capacidades para el drivling, ni nada acercado a la fuerza y puntaría de Pata Bendita. Me sentía perdido en la cancha.
Pero hubo una tarde especial. Todos hemos tenido una de esas en la que los milagros suelen ocurrir. Aquel día sin entender de dónde, ni cómo tuve un gran logro. Jugábamos contra los niños de la calle de Arrayanes, con quienes teníamos un pique cantado y no habíamos podido sacar ventaja en los últimos cuatro encuentros. Nos habían aventajado y con mucho: 4-1, 5-2, 3-0 y 5-1. Teníamos que esforzarnos para sacar un resultado favorable. Yo estaba determinado a que así fuera; no importaba que no jugara de portero.
Me concentré en el juego y bromeando, mientras calentaba, me dije "esta es una buena tarde para meter mi primer gol". No importaba que Li estuviera de portero, ni que los altos defensas tuvieran fama de dejar pasar el balón o al hombre, pero nunca a los dos. Esta ocasión no me iban a detener.
A pesar de la insistencia de mis compañeros para que me quedara en la defensa central, me adelanté por la banda derecha y me mantuve arriba de la media cancha, presionando desde su salida. Desde los primeros minutos nos volcamos sobre ellos. Desde su cancha dificultábamos sus pases. Robamos el balón. Alex me vio descubierto y me mandó el pase. Corrí por él. De primer intención retrasé para Pepe y él regresó a Alex quien ya estaba en el medio campo. Avanzó y burló a Toño. Me adelanté a unos cuantos metros antes del área grande y Alex me dio el balón. Tuve que hacer un driviling no muy elegante para quietarme al defensa central quien se barrió y brinqué para que no me arrollara. Adelanté un poco el balón y sin pensarlo lo patee con toda la potencia de mí ser. Boló la pelota con fuerza. Li se lanzó con suma velocidad hacia su derecha, estiró todo su cuerpo, pero no pudo hacer nada. Rozando la parte baja del arco superior, la pelota hizo una "campanita" y rebotó ya dentro del área de gol todavía con mucha velocidad y terminó enredándse en las blanquecinas redes.
Mi entusiasmo era tan grande que me dejé llevar por el. Corrí y corrí con los brazos abiertos levantando las piernas lo más alto que podía y grité y grité y volví a gritar “Goooooooooooool", “Gooolaaaaaazooooooo", “Gooooooool".
A veces los milagros ocurren. Lo sé bien. Así como había imaginado el gol, así había ocurrido. Así fue como metí el primer gol en mi vida. Después vinieron otros. No muchos más, pero también me produjeron una profunda alegría, mas ninguno como el primero. Regresé a la puerta por elección propia y hasta que empecé a jugar basket ball me mantuve haciendo grandes lances.

viernes, 26 de enero de 2007

Finalizó diciembre

— Why did you have to die?
— Makes life important
SFU


Tener comienzos y finales parece que me acomoda. Voy por la vida marcando ciclos. Inicios y finales. ¿A qué se deberá tan curiosa inclinación? Estos cortes cronológicos a veces los baso sobre sesudas reflexiones racionales; aunque no necesariamente. También han sido meramente el resultado de un capricho plenamente subjetivo e irracional. Las religiones me brindan un inicio al que previo a él no había nada (la idea es divertida, ¿a poco no te lo parece?). Esa idea cumple una función importantísima: me soluciona las cosas —aunque también el efecto puede ser el contrario, right mister Sagan and mister Hopkings?—; con ella ya no tengo qué pensar de dónde vengo. Con ella parto de una premisa segura: “Vengo de tal lado”. Eso es de lo mejor. Cualquier mito de origen da ese referente primigenio. Ya sea el Génesis o al maridaje entre Brahma, que se divide en todos los seres vivos para experimentarse, y Shiva, que todo lo va destruyendo; o el bonito mito del Omeyocan (cuya traducción literal es el lugar de la dualidad o el lugar doble), de donde todo proviene gracias a las riñas y reconciliaciones del Señor Dual y la Señora Dual, que en buen náhuatl sus nombres son Ometecuhtli y Omecihuatl, respectivamente, o cualquier otro mito de origen, que aquí pa’l caso es igual.
La cosa es que ese referente primigenio me da argumentos de plantarme en el presente y lanzarme hacia mi visión de futuro. El referente, el corte, el ciclo, me ayuda, porque previo a él no cuenta. Una frescura de renovación en medio de la resequedad y los vientos ardientes de mayo.
Periodos arbitrarios, fines e inicios que sólo existen en la cabeza de quien los piensa. Necesito de cortes temporales, de ciclos para dotarlos de significado, como a todo en esta existencia. Un inicio: de año, de mes, de semana; periodos, ciclos… motivos, razones, justificaciones, acciones, promesas, buenas voluntades. Pero también, esa buena voluntad, implica también un final. Una orilla después de un océano turbio, gris y oscuro. Todo uno implica previo un cero, todo inicio implica tambíén un final; un nuevo renacer es una posibilidad, algo desconocido que puede ser tan o igual de nefasto que lo conocido, pero también lo contrario. Una posibilidad de ver la luz.
¿Será el efecto que nos produce el amanecer? Esa diaria promesa de que cualquier cosa puede volver a empezar y que cualquier cosa termina. Abundan aquí en la tierra los inicios —y los finales— de los ciclos. Un día, una noche, un día. Decir que el sol sale cada mañana, en realidad es una afirmación falsa desde el punto de vista astronómico, pero ¿a quién le importa? Para construir la realidad no hacen falta verdades objetivas (como si en realidad existieran), las falsedades son igual de eficientes en cuanto a sustento de creencias. Dijo Weber que con la modernidad se desencantó al mundo, pero esa afirmación es igual de falsa a la de que el sol sale cada mañana. No ha habido ningún desencantamiento, e incluso, ahora, la ciencia produce axiomas en los que hay que creer ciegamente.
En medio de esa luz enceguecedora, o de esa penumbra tan esclarecedora es delicioso creer que todo puede volver a comenzar.

lunes, 8 de enero de 2007

Canto al Ángel

No fui yo quien decidió, sino fuiste tu quien me eligió para estar cerca de mi, al pendiente durante este recio camino que quise recorrer. ¿Qué te movió a tomar tal laudo? ¿Qué hice para merecer tan gran favor? ¿Sería la dama gentil que intercedió por mí? No lo sé. Tal vez fue mi expresa petición premundana. Sea como fuere me postro ante tu magnánima bondad y generosidad. Pues muy probablemente sin recordar, siquiera, mi rostro y apenas sabiendo mi nombre y unas cuantas palabras me has derramado ya tu ancho raudal de elocuencia.
En mi mundanal conciencia me interrogo ¿qué es lo que obtendrás por esta nobilísima labor, si nada recibes de mí, ni de mis otros? ¿Es acaso esta franca sonrisa? ¿Es quizá este entrañable abrazo? ¿Por esta caricia en tu rostro? O ¿será sólo por el beso amoroso que recibe tu mejilla? No es desdeñable, en cambio sí es loable tus desinteresadas expresiones de amor.
Tus pasos son distintos, tus huellas marcan la diferencia. Un puño de tierra lanzada por ti detiene la ira del perro trifásico y las aguas del río Leteo no producen olvido, sino el recuerdo prolongado de la existencia que se extiende más allá de la vida.
No hará falta Beatriz para cruzar la puerta custodiada por Pedro y no habrá el giro de Virgilio, quien por haber nacido antes del ritual para perdonar el pecado original, no puede conocer la gloria, pues tu de ella vienes y a ella me acompañas.
La dicha llena mi corazón, por contar con tan amable compañía. No quiero pedirte sino agradecerte por tu luz. No quiero pedirte sino ofrecerte mi pasión. No quiero pedirte sino invitarte a danzar alrededor de la hoguera mientras te canto mis alegrías y mis tristezas que me presenta esta la vida.