jueves, 23 de octubre de 2008

Competencias y educación informal

Preparo actualemente un ensayo sobre las competencias tecnológicas y la influencia de las tics en la educación. Me estoy enfrentando al problema teórico de que el concepto de educación se ha definido tradicionalmente como "un proceso exclusivamente humano, intencional, intercomunicativo y espiritual, en virtud del cual se realizan con mayor plenitud la instrucción, la personalización y la socialización del hombre", de acuerdo a la concepción de Ponciano Fermoso. El problema es que la reflexión teórica de este concepto ha exlcuido a la educación infomal, esa que se obtiene mediante las prácticas sociales, en la familia, en la socialización con los amigos, viendo la televisión o consultando internet y que no sigue ningún método ni ninguna teoría y que ni siquiera busca objetivos preestablecidos. No obstante, su importancia es creciente en nuestra sociedad postindustrial, de la era de la información.Es bastante significativo que Fermoso, en su texto de 1997, para referirse a eso que ahora llamamos "educación informal", tenga un concepto bastante ambiguo como lo es "educación espontánea", a pesar de que lo define bastante bien, refleja la ausencia de reflexión teórica de la educación desde el ámbito informal. Aspecto que es claro para el autor.En esos diez años que han pasado desde que Fermoso escribió su artículo, el mundo se ha venido transformando a ritmos bastante acelerados; hemos ingresado a una nueva Era, que en palabras de Castells se denominaría "de la Información"; ese apelativo en buena medida se debe a la popularización de la computadora y el Internet y a los mass media que cada vez están teniendo una presencia más amplia y profunda en nuestra sociedad. Como nunca antes en la historia de la humanidad estamos ante una democratización masiva de la información. Por esta razón la educación formal, con la intención de adecuarse a las exigencias de la sociedad actual, busca ya no centrarse en proporcionar información a los alumnos, sino a desarrollar en ellos competencias.No obstante, la lentitud con la que se han venido haciendo las adecuaciones en las escuelas provoca que la educación informal esté desempeñando un rol cada vez más activo en nuestra sociedad.Un reflejo de esta situación es la transformación que ha tenido la UNESCO con respecto a cómo abordar el problema de la educación: ahora no están preocupados sólo por el ámbito formal e institucionalizado de la educación, sino que la reflexión teórica comienza a girar en torno a lo que ellos denominan "educación en la vida" y que considera la eduación informal y no formal.En otras palabras es preciso que reconozcamos que los aprendizajes (de competencias y habilidades) no se están dando exclusivamente en el ámbito formal, sino que los alumnos, y la sociedad en general, frente a la computadora y conectados a internet están desarrollando capacidades por ellos mismos.Sin duda estamos frente a un problema teórico en el que se exige reflexionar y repensar un concepto tan básico de nuestra actividad como lo es el concepto de educación.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Los caminos de Sísifo

Sisifo de Franz Von Stuck, 1920 Sísifo de Franz Von Stuck, 1920

Me encontré con unos limones e hice limonada.

Así no dice el dicho gringo, pero es igual. Sirve de la misma manera para apuntar lo que aquí me interesa.

En enero de 2007 me encontré sin ingresos y sin trabajo. A pesar de que habían surgido un par de oportunidades para ingresar a laborar en una Universidad, por alguna razón que todavía no entiendo cabalmente, no las acepté. Mi reconocimiento académico era inexistente más allá de las puertas de mi habitación y de algunos familiares y amigos benevolentes. Mis flamantes títulos sabía que no servirían de mucho cuando llegara a pedir empleo exigiendo una secretaria, oficina privada y demás comodidades. Nada más allá que lo adecuado para mi grado académico.

Durante unos pocos meses antes de que terminara mi beca me dediqué a buscar toda oportunidad de participar en coloquios y conferencias. Era el medio que consideré apropiado para darme a conocer en el medio académico de mi ciudad y del país. Incluso estuve a punto de ir a Argentina a participar en un coloquio de historiadores. No obstante que la escasez de recursos económicos dificultaban mis aspiraciones. Ignoraba incluso que cobraban por ir a presentar una ponencia.

No eran nuevas las sensaciones de miedo e impotencia por la incertidumbre que me presentaba la vida y sus avatares. Durante el mes de enero no supe qué hacer. Incluso estuve pensando abrir un taller para arreglar y vender computadoras.

Quizá por unas vacaciones que pasé en un parque acuático, en aquel tiempo me visitaba frecuentemente la idea de que la vida era como un descenso en un tobogán. Pero uno en el que no se conocen las vueltas y vericuetos que trae consigo el viaje y que la muerte era como sumergirse en una piscina. En este juego el trayecto es lo que importa. En él se puede disfrutar la sensación de ir descendiendo, sentir las fuerzas de gravedad, las centrípetas y las centrífugas; o bien se puede convertir en un suplicio lleno de miedo. Surge así el intento por controlar la velocidad, desacelerar la caída aferrándose con las manos a las paredes del tubo, aunque esto produce quemaduras y las consiguientes ampollas en las manos y píes.

No sabía qué hacer, pero también estaba convencido de que la solución vendría a tocar mi puerta. Como efectivamente ocurrió. Gracias a la amistad que un hermano mío tiene con un trabajador del sindicato de maestros me llegó la oportunidad de ingresar a laborar como profe de secundaria dando la materia de historia, en el sistema federal. Por alguna absurda razón sentía que debido a mi preparación académica no era justo que terminara como profe de secundaria. Pero no estaba en condiciones de ponerme mis moños y rechazar una oportunidad laboral más.

Para febrero de aquel año yo ya estaba frente a grupo impartiendo mis clases de la manera en que mejor se me ocurría, muy empíricamente. Mis referentes para dar mis clases eran mis profesores, tanto los buenos como los malos. Sobre todo estos últimos, porque yo no quería ser como ellos. Pero a fin de cuentas mi práctica docente estaba basada exclusivamente en marcadores y buenos deseos, sin más preparación pedagógica. didáctica o teórica. Donde estaba mi fuerte era en el manejo de la materia, ahí sí no sentía debilidad alguna, pero saber mucho sobre algo no significa que seas hábil para enseñarlo.

En algunos talleres y cursos en los que conviví con maestros, escuchaba en sus discursos que ellos estaban dando clases por vocación. Este argumento es frecuentemente esgrimido por quienes son normalistas y con él se distinguen de los que, como yo, llegamos de manera indirecta al magisterio. El argumento es fuerte e implica que más que conocimientos, ellos tienen inmerso en su espíritu una cualidad especial.

La curiosidad me llevó a investigar qué era eso de la vocación y descubrí que la palabra vocación tenía una historia bastante prolongada. Durante los primeros años del cristianismo se había empleado para referir el llamado que Cristo hace a algunos cuantos elegidos a seguir sus enseñanzas, para que puedan alcanzar la vida eterna. De hecho, vocación significa precisamente "llamado", proviene del latín vocatio onis que es acción de llamar Por extensión esta palabra se empleó en términos de trabajo, para los elegidos que recibían el llamado de Dios para convertirse en sacerdotes, guías del estado espiritual de las personas; posteriormente se aplicó para los médicos, cuidadores de la salud; y para los maestros quienes "forman" a los feligreses y a los súbditos para que obedezcan a sus gobernantes, como lo diría Comenius.

Pues no, yo no recibí el llamado y no había pensado en dedicarme a ser profe, sino que me llegó la oportunidad y simplemente la tomé. Mis aspiraciones son más amplias y justo acabo de iniciar nuevamente una maestría en ciencias de la educación, pues el fenómeno de la educación me atrae de manera singular. Nuevamente un inicio hasta que llegue a la cúspide, para volver a comenzar otra vez.

jueves, 3 de abril de 2008

Actuaciones en otras lenguas

 

Recién me escapé al cine y como se me adecuaba por el tiempo entré a ver Promesas peligrosas. Entré por Vigo Mortersen, que bien lo recuerdo, como todos por su papel de Aragorn. Pensé que podía ser buena. Ah la película está dos dos nada más. El final fue predecible, pero eso no es lo malo, sino que no acaba de cerrar el círculo dramático que abre. A pesar de eso me gustó la actuación de de Mortensen.

Escuché y leí muy malas críticas de su rol en Alatriste donde habla en español,, pero no se pudo deshacer de su pronunciación gringa, lo cual a la mayoría le disgustó. Yo no la he visto, así que quién sabe cómo estará esa. Pues ahora también vuelve a hacer gala de una actuación en otra lengua: en esta ocasión el ruso y un inglés con acento marcado de la lengua de Gorvachov. Yo como no sé ruso y pues no puedo opinar como lo hizo. Su actuación es muy buena, aunque en más de una ocasión me recordó su entonación élfica como cuando hablaba con Arwen. Lo que me impactó fue su gesticulación fría y tosca como solo los rusos lo pueden hacer. La escena donde descongela un cadáver con una secadora para sacarle la cartera mientras fuma un cigarrillo es excelente, sobre todo cuando le corta los dedos de la mano. Denota que se pasó muy buen rato estudiando las caras de esos camaradas

Ya con esta película sumaría tres actuaciones en diferentes idiomas. Los conocedores podrían decir una de dos: a) que bien que lo hace o, por el contrario mejor deberían contratar actores con la capacidad  de entonación necesaria para hacerlo bien. Sea como sea la actuación requirió mucho trabajo. Y esto lo digo porque a pesar de que lo haya hecho muy mal, le implicó un buen de estudio.

¿Por qué está ocurriendo esto de trabajar con actores con lenguas madres diferentes a las que actúan? ¿Hay carencia de actores? No, desde luego que no. Más bien el asunto refleja las redes de relaciones que hay dentro de la industria cinematográfica.

Lo que sí me agrada es ver cine en el que se puede escuchar idiomas diferentes al inglés. En las películas de las décadas pasadas veíamos actuar a romanos, egipcios, judíos, alemanes y demás hablando en perfecto y actual inglés.

Mel Gibson con sus exitazos, sumamente criticados pero vistos por todos, de La Pasión y Apocalipto nos presentó películas habladas en arameo y en maya, respectivamente. Yo no hablo ninguno de los dos idiomas, así es que mi desconocimiento me permitió disfrutar no escuchar inglés. De Apocalipto leí que las voces de los actores se gravaron varias veces y que en la edición final se empleó, por la ignorancia del editor, la banda sonora más chafa de todas y que incluso en varias ocasiones no estaban diciendo lo que supuestamente correspondía en la escena.

en lo personal me prefiero ver las películas en su idioma original, porque la pronunciación original cuenta mucho en la actuación y en muchas ocasiones los doblajes --que desde luego no dejan de ser actuación-- pueden desvirtuar el trabajo del director y de los actores. Aunque también ha ocurrido que el doblaje mejora al original como ocurrió con Los Simpsons y en Southpark, donde el trabajo de los latinoamericanos mejoró con mucho a lo que aportaron los gringos. También ha ocurrido con Sherk y el trabajo que hizo Eugenio Derbez que supera con mucho a Edie Murphy. Está el caso del gato con botas que en ambos idiomas lo hizo Antonio Banderas y pudo transmitir perfectamente la intención a su personaje en las dos versiones. Esa parece buena solución no?

El lenguaje, cosa maravillosa. El código del pensamiento, su reflexión y análisis abre una puerta muy profunda el torrente de la cultura en su manera más amplia.

miércoles, 16 de enero de 2008

Elementos

Empiezo a creer que los sueños, además de muchas cosas, son un medio de comunicación. Uno en el que emergen las frases de las entrañas, sin cortapisas. “Sí”, simplemente es “Sí”. Sin porqués. “Sí” carente de miramientos para frenar el viaje de mi mano que va prendiendo las esquinas oscuras de tu cuerpo. “Sí” y soplas como el viento que alimenta a este incendio. “Sí” y no cancelas tus impulsos. “Sí” y los deseos se convierten en lío de piernas que encienden las sábanas.

La razón en su embriaguez bebe el sudor que arde y se deleita nadando en los líquidos de cuerpo y se deja plácidamente en un entumecido aletargamiento. En el silencio acaricia tiernamente a la conciencia que con ojos chispeantes muerde sus labios. Ambas beben del elixir que humedece la almohada. Sienten la ligereza del momento y escuchan atónitas: “Sí” sin poder ni querer hacer nada. “Sí” que retumba en las paredes. “Sí” y caen ambas de la escalera. “Sí”.

Me detengo. Un ruido externo me quiere convencer de que estoy soñando. Quizá por eso te pregunto “¿Estás segura?”. “Calla” y me cubres los ojos. “Déjame seguir aquí contigo” tu voz jadeante se entrecorta con el soplo que das a este fuego que se agita y le brincan lenguas fulgurosas; resoplas y mi cuerpo se te ofrece convexo. El aire que nos separa arde chispeante y nos va fusionando como un plasma blanco, no blanco no, blanquísimo como el sol. “La luz. Mira la luz”. Los dos brillando como sol en medio del cielo negro previo al alba…

Emerge la vigilia que odio. Todavía siento el ardor de tus hombros en mis manos palpitantes. Aún el pecho se mantiene brincando y el sudor desciende de mi frente. En el ambiente tu aroma no se ha desvanecido aún y mis labios siguen entumecidos por el beso que nos rasguñó las almas. Sigo ardiendo en este incendio que no reconoce cortafuegos que lo puedan contener. Miro como las llamas brincan de un árbol a otro por sus copas y desde el suelo las lenguas ardientes trepan por el tronco consumiendo hasta la raíz. Incrédulo, desdichado y desilusionado abro los ojos y ahí está, esta maldita vigilia y yo sigo aquí sin ti, Ángela.