martes, 8 de marzo de 2011

La médula del hueso

La mañana comenzará temprano, como es en esta etapa de mi vida. 11:55 y es mejor dejar ya todo. Seis horas a veces no resultan suficientes. Con un montón de ideas todavía revoloteando en mi cabeza decido dar fin por hoy. Apago la máquina y al mismo tiempo preparo la alarma, acomodo el cenicero en su posición nocturna. El manto de ceniza rodea el cuadrado ahora de vacío. Los rodetes de la taza dejaron de estar ocultos justo cuando la levanté y la acerqué para el último sorbo de la madrugada, si así sucede. Recuerdo a Magritte mostrando a su personaje de espaldas. Los rodetes de café estaban ocultos por la taza. Hago lo mismo con la cajetilla de cigarros y los controles remotos; verifico que estén las llaves en su lugar, la ropa dispuesta. Introduzco todos los menesteres laborales en la vieja mochila. Olvidé cargar la batería de la Netbook… No importa mañana no tendré proyección. De no atacar el insomnio, este será el último cigarro del día. Hago a lado la cobija y las almohadas; enciendo el televisor y el receptor del cable. Discovry Science… No, es aburrido su programa de criminalística; Discovery Civilization… No, no me interesa volver a ver la pesca del arenque… Infinito usualmente no propone nada de mi interés. Sí, efectivamente… History… Maldita sea con su “Monster Quest”… Son las doce de seguro el Arts podría tener algo interesante. La serie “Los impresionistas”… Sí, aquí me quedo… Media hora solamente. La urgencia de la orina justo ahora se presenta. No lo había hecho. Sí, para así no tener que despertar a mitad de la noche… Abro la puerta. Todavía un viento fresco se cuela por las ventanas de la sala. “En poco tiempo eso terminará y sentirá un aire caluroso”. Entro al baño y el chorro amarilloso llena de espuma el inodoro…

Todo listo. ¿Acudirá tu presencia hoy? No alcanzo ni a responderme cuando el recuerdo de aquella noche de sábado cuando fuimos interrumpidos. Con nuestra desnudez nos refugiamos en mi habitación. De frente a ti mi mano quedó adherida a tu espalda y al final, con un ademán lleno de erotismo me dijiste “Esto es tuyo…” Memoria que inicia el hostigamiento que hace que tu ausencia cale.

Así regreso a la cama y parece que acudiera a la cita puntual. Las luces se apagan y siento tu ausencia. La memoria ilumina aquellos rincones con tus momentos idos. Mis piernas extrañan la tersura de las tuyas, la tibieza de tu cadera y el frío de tus pies y mi piel tu piel. Mis brazos no encuentran reposo; no está tu vientre, ni tu hombro, ni tus senos. Busco tu aroma pero no permaneció, se fue con el tiempo. Es la misma cama, es la misma habitación, es el mismo calor de marzo, pero el año ya no es el mismo.

Mi estar sin ti, no diré que es insoportable, ni que me cortaré las venas porque la vida no es vida sin ti. Pero tu ausencia es fuerte y se vuelve dura antes de dormir. Tanto como una obsesión. No sé si te introdujiste hasta mis huesos o si te volviste parte de mi médula pero necesito aferrarme a tu viva memoria y no me queda sino sentir que no estás aquí y evocar aquel pasado cuando era diferente.

No tiene caso recriminarme y reclamarme lo estúpido de mis actos. Las cosas ya ocurrieron y no tengo nada en contra de su apariencia y de su flujo. La intención es otra. Es recriminarle al tiempo que no se haya llevado esta urgente necesidad de ti. Ya más de un año que no estás y sigo durmiendo con tu ausencia. Obsesión que dudo mucho tendría de haber sido diferente… quizá ya me habría hartado de ti y tu de mi… No lo sé, pero eres la única que ocupa mis noches y mis momentos de remembranza. Quizá me quiero aferrar a aquel pasado por la contingencia del futuro. A pesar de todo eres la única que por más de 14 años ha permanecido sin importar los vendavales y los avatares. Sí, Ángela. Sigo pensándote y sacando de mis entrañas tu memoria, porque ahí reside mezclada con la médula de mis huesos, muy dentro de lo más interno. Así no lo quiera.