martes, 3 de octubre de 2006

Vida detenida

Las mismas calles estáticas y ruidosas se han llenado de mayo. Un mayo que ya es septiembre. Un septiembre de verano enlazado con el otoño y un sabor a polvos resecos primaverales. Las semillas envueltas en espinas llenan el ambiente y lo vuelven denso. El viento enervante invita a ser descrito y el cursor sigue rebotando estúpidamente en la única ventana abierta. Ventana silente de abismos inframundanos.
¿Es que acaso se quedó dormida la vida? ¿En su crápula olvidó continuar con su transcurrir obligado? ¿O seré solo yo? ¿Estancado en aguas podridas de fermento de huizapoles?
Semilla aferrada a una piedra inerme; coamil arado con capas de sal. ¿Bastará una inyección de adrenalina hasta el fondo de un solo golpe al corazón?
Llueve en otoño sobre las mismas calles de mayo. Llueve. O ¿será el viento quien me engaña? Allá afuera la vida parece detenida expectante a colgarse de los ojos del poeta para que la nombre.
¿Se rehusará? No lo sé. Puede ser que encienda los penates con flores resecas de belladona y haga surgir del silencio una voz.