martes, 3 de enero de 2006

Agua de Leteo

En esta hora de silencio, el mundo queda dormido frente a mis ojos despiertos, aprovecho para sacar tus fotografías para poblar mi alma con tus recuerdos. Van surgiendo uno a uno, incompletos, desordenados, incoherentes. Mi olvidadiza memoria no se esfuerza por ordenarlos ni por completarlos. Fluyen sin control ni fuerza que los intente guiar y darles sentido. Lo prefiero así, desordenados e incoherentes, que revoloteen libremente por un momento.
Tus piernas quemando las mías; tu respiración y tu rechinar de dientes; tus llantos sonámbulos con píes descubiertos, tu aroma dulce (que intento recordar, pero no puedo reproducirlo en mi memoria), tu cabello, cortito embadurnado de gel y luego, largo y cenizo. Pero por encima de todo, tus actos inconscientes. Esos que hacías cuando no sabías que te observaba o cuando las sensaciones nublaban tu pensamiento y quedaba tu mirada perdida nadando en sudor de cuerpos ardiendo, o tus bailes de niña cantando Bob Esponja, o cuando, embebida en el lectura, no quitabas tus ojos de las letras, aunque estuvieras extrayendo al moco más rejego de la historia.
Todas estas memorias se desvanecerán, así como también los recuerdos más amargos y tristes, aquellos que nacieron en las madrugadas de discusiones interminables. Mis gritos de impotencia de la aciaga noche de enero de pelea titánica que se prolongó hasta que salió el sol y un poco más, quedarán sellados por el silencio...
Sé que necesitaré más aire para rellenar los vacíos que van creciendo en estos recuerdos y, cuando eso ocurra podré inventar, sin miramientos de objetividad, que mi deseo de compartir contigo una simple caminata bajo la lluvia fue realidad y hasta podré crear el escenario de calles encharcadas y sonidos de tejados que engrandecen el caer de las gotas; podré reconstruir segundo a segundo el instante en que, detuvimos el andar, bajo una saliente para fumar el único cigarro que quedó seco y recordaré también como el brillo de tus ojos reflejaba la dicha por estar compartiendo aquel utópico momento juntos.
Pero todos, los reales y los inventados quedarán sepultados en el inconsciente e inevitablemente se desvanecerán, condenados a no volver a ser nombrados, como todos los que ahora mismo no me percato que no recuerdo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No creas que es tan fácil borrar el disco duro....

libréluna dijo...

Por fin salió, por fin estamos aplicando la tanatología, por fin nos desprendemos. Muy chido, mostro, muy chido y muy sentido, casi chillo.

Chrontázar dijo...

Hace frío, no?
Escucha "20 de abril", de los Celtas Cortos, más o menos es el feeling...

Na Zdravje

Igor dijo...

Lo irónico del recuerdo es que es como los judíos: mientras más los chingaba Hitler, más poderosos se hacían, los cabrones; mientras más se empeña uno en olvidar, más se acuerda uno. Je. Habría que empeñarse en recordar, en revivir siempre, en meter el dedo en la llaga. Así y sólo así, tal vez (y el tal vez anula todo lo demás) sea posible el olvido, la nada.

Un abrazo mi buen.