martes, 29 de noviembre de 2005

Desde un cometa y fuera del mundo. O de cómo la vacuidad teleológica crea risas para continuar en la vida

Detengo al mundo, desciendo de él, me siento en el comenta más cercano y comienzo a fumar, para con mi humo conformar su cauda.
No recuerdo ni a Orfeo ni a Sísifo pues no hay estrellas. Sólo veo galaxias alejándose entre sí, hacia el final. Dentro de poco llegarán a donde quedará nada. Ni palabras, ni pensamientos, ni tiempo, ni espacio. Sus inconmensurables e incandescentes masas se apagarán y su materia será devorada por el vacío.
Nada permanecerá, ni restos de estrellas, ni materia, ni luz, ni siquiera antimateria, que, por menos que se quiera, es algo.
No quedará ni tan solo una mente creadora. No habrá nadie para nombrar a dios.
Doy la última fumada a mi cigarro que ya se acaba y espero a que se consuma hasta la última braza del tabaco.
Así, en medio de esta vacuidad teleológica, me surge la risa de no tomarme en serio y desciendo al mundo para continuar en el trajín de esta vida en la que nada importa.

3 comentarios:

Itzxochitl dijo...

¡Hola mi querido Yohualli!
Invariablemente podemos llegar a esos estados de conciencia donde nos damos cuenta de nuestro momento y cual es la inmensidad en la cual nos desarrollamos.
Solo quiero compartir tu momento con algo que hace muchos años alguien que estuvo pisando esta tierra dijo:

“¿Acaso de verdad se vive en la tierra? No para siempre en la tierra: solo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,Aunque sea oro se rompe, Aunque sea plumaje de Quetzal se desgarra,
No para siempre en la tierra: solo un poco aquí”

libréluna dijo...

Mostro de mi vida!

No sea güevón, mi chavo!, tenemos hartas películas esperando ser vistas por nos, para que tú me digas que pierdes el tiempo bloqueándote en el humo de un cigarro... agarre la onda, optimice recursos intelectuales, votivos, axiológicos y póngase las pilas.

Me encantó volverte a leer relajado, divirtiéndote, que no se nos vaya la vida en las letras, mi Mostro, es tan grave como que se nos vaya la vida en el sexo con amor, en la Rayuela de Cortázar, en la maldita canción que nos hace tripear una vez que nos encuentra en mitad de la radio... Mejor fuera que se nos fuera la vida así, muriéndonos de risa.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que envidia mas profunda que pueda usted entrar en la vacuidad. Yo nunca lo logro.

Un abrazo (mas bien, repito, envidioso).