domingo, 8 de julio de 2012

Lecciones de Gandhi


En un principio Mahatma Gandhi no se planteó como un objetivo la independencia de la India. No, su lucha la dirigió a situaciones mucho más concretas y sencillas. Luchó contra la injusticia utilizando principios filosóficos hindúes, particularmente el satia-graja (apego o devoción a la verdad), lo que se traduce a una protesta no violenta. En Sudáfrica se opuso al documento de identificación que debían portar los indios. En un acto simbólico quemó sus documentos de identificación, seguido sólo por un puñado de indios. Pero este pequeño acto fue suficiente para que el gobierno sudafricano reaccionara de manera violentísima contra los manifestantes. Debido a las críticas que la opinión pública internacional le dio al gobierno de Jan Christian Smuts, éste decidió negociar para eliminar el documento de identificación. Desde luego, este documento era discriminatorio y afectaba los derechos humanos. Era un ley injusta, por eso mismo, siguiendo los preceptos del satia-graja era preciso desobedecerla.
                Ya en la India, el gobierno colonial Inglés dirigido por la Casa Comercial de las Indias Orientales, cobraba excesivos impuestos a la sal y prohibía a los indios extraerla. Éste producto básico, por ley, era necesario comprarlo a las compañías inglesas. Nuevamente Gandhi convocó al pueblo indio a desobedecer dicha ley a todas luces injusta. En un acto también simbólico, acudió a la orilla del mar para extraer sal, un producto básico que es regalado por la naturaleza. Este acto se repitió en numerosos lugares a lo largo de toda la India. Desde luego, la reacción del gobierno colonial inglés fue meterlo a la cárcel porque estaba rompiendo una ley. Pero con ese acto Gandhi logró demostrar algo fundamental: la ley de prohibición de extracción de sal era injusta. La opinión pública internacional desde luego reconoció la injusticia de la ley y al gobierno colonial no le quedó otra que liberar a Gandhi. No fue poco lo que logró con ese acto tan concreto: con desobediencia puso fin a una ley profundamente injusta (con todas las implicaciones económicas que esto pudiera tener).
                En el mismo sentido Gandhi, desobedeció otra ley del gobierno colonial inglés que señala que los indios tenían prohibido tejer y confeccionar sus propias ropas. Toda la vestimenta que adquirirían los indios debía de ser adquirida a través de las compañías inglesas. Gandhi se puso a tejer sus ropajes. Esto contraviniendo no sólo la citada ley, sino también la tradición machista de la India que tenía como acto exclusivamente femenino el tejido y la confección de las prendas.
                Como se puede ver, estos tres actos de desobediencia pacífica no estaban orientados a asuntos abstractos, con alta complejidad jurídica y legislativa. No, eran hechos concretos que a sí mismos se demostraban como injustos. Si bien el proyecto de alcanzar la independencia de la India, era el faro que orientaba la acción de Gandhi, no se lo estableció como una lucha de comienzo, sino más bien como una consecuencia de luchar contra la injusticia. En la opinión pública internacional, así como al interior de la India, no hubo nadie, salvo los dueños de la Compañía Comercial de las Indias Orientales y los administradores del gobierno colonial inglés, que no reconociera la injusticia y que la lucha que encabezaba Gandhi era plenamente legítima.
               Ahora bien, la violencia con la que actuó el gobierno sudafricano y el británico fue excesiva. No sólo hubo detenciones masivas, sino linchamientos y asesinatos al por mayor. Miles de indios dieron su vida. Los que ostentan el poder no tienen ninguna intención de ceder. El camino fue excesivamente agresivo, sangriento, violento. El Estado, al ser la institución que tiene el uso legítimo de la fuerza, cuando ve afectado sus intereses, acude a lo establecido por ley: usar la fuerza para mantener el orden, el estado de derecho. Esto seguirá ocurriendo, debemos tener muy consciente esto. 

Las manifestaciones del sábado 7 de julio pasado, aspiran a desconocer la legitimidad de la votación que eligió a Enrique Peña Nieto como presidente. El argumento principal es que no hubo equidad en la votación y que se sobrepasaron con mucho los gastos de campaña, así como la compra desvergonzada del voto por parte del PRI y del Verde. El PRD argumenta que el equipo de EPN gastó 1,817 millones de pesos, cuando el tope de campaña era de poco más de 300 millones. Sin embargo, desde el aspecto legal, sobrepasar los topes de campaña no implica una sanción contra el candidato, sólo una multa al partido. Así acordaron todos los partidos políticos, incluso esto fue aceptado por el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano.
                He visto que algunas personas sienten desánimo desde el domingo en la noche pasado. Guardaban la esperanza que de que el PRI no ganara la elección. También sienten desánimo porque al IFE no lo ven actuar apegado a la ley y más bien pareciera que actuara a favor del partido que recuperó el poder, como lo hicieron Felipe Calderón y Josefina Vázquez Mota quien aceptó su derrota sin siquiera haberse contabilizado el uno por ciento de las actas del PREP. Perdón que lo vea así, pero esto no es ninguna sorpresa y muchos veíamos que esto iba a ocurrir. Así ocurrió en 1988, 2000 y 2006. Esperen también que el TRIFE actúe de la misma manera. Incluso uno de sus magistrados sin ningún elemento ya se posicionó y negó que vayan a cambiar la decisión del IFE, o sea que no van a ganar en la mesa lo que no ganaron en las urnas. Desde luego esta declaración es irresponsable y no respetando el marco legal de un magistrado del tribunal. Pero aun así no es ninguna sorpresa.
                Sinceramente para mi no es importante quien está sentado en la silla presidencial. Estoy de acuerdo con que la elección fue comprada y que la ley electoral permite que sea rota y que no se respete el espíritu de justicia de la ley. Sin embargo, creo que las alternativas para romper esta situación son muy escasas y quienes ostentan el poder, fácilmente pueden dar miles de argumentaciones legales, que de hecho pocos estarían dispuestos a comprender, para negar la posibilidad de la anulación de la votación.
                ¿Qué es lo que queremos? ¿Qué buscamos? Parece que en el momento que vivimos, las marchas están orientadas a exigir la anulación de la votación. El argumento, lo que ya dije: no fue una contienda equitativa, compra de votos, gastos excedidos de campaña. Sin embargo, no existen mecanismos legales para que se encauce esto sin romper el marco legal. Entonces ¿cuál es la alternativa? No existe. O bien se orientaría a romper el marco institucional que vivimos. Hay razones éticas para esto. Quizá sí, pero un movimiento de este tipo no contaría con el apoyo de millones de mexicanos. Además los medios se encargarían de deslegitimar a los movimientos sociales y manipularían fácilmente la opinión pública para debilitar las manifestaciones. Éstas sería objeto de actos represivos violentos. Infiltrados podrían actuar fácilmente y se podría justificar la represión del Estado. No me parece un camino muy adecuado, sobre todo porque se carecería del apoyo de amplios sectores sociales.
                En cambio, considero que la unidad, por contradictorio que parezca, la pueda dar EPN. Parece que ya está claro que viene una reforma fiscal para generalizar el IVA. Es decir, para cobrarlo en medicinas y alimentos. Esto significaría un aumento de 16% a la canasta básica. Ahí está una acción concreta sobre la que sí podemos manifestarnos y, siguiendo las enseñanzas de Gandhi, podríamos dirigirnos a movilizarnos para impedir una ley que es injusta. Otro aspecto en el que podríamos movilizarnos es que todos los funcionarios públicos (desde el nivel más bajo hasta el más alto) acudan a los servicios médicos en el ISSSTE o en el IMSS, según les corresponda. Es decir, desaparecer el beneficio de los gastos médicos mayores con las que se ven beneficiados. ¿Estas acciones cambiarían al país? No, desde luego que no, simplemente lo haríamos un poco más justo. Pero sobre todo el desgaste de las manifestaciones no sería en vano, pues creo que sería una lucha que sí es posible ganar. Así, cuando venga la represión del Estado, la opinión pública internacional se le echaría encima al gobierno mexicano. No creo que haya mexicano que esté de acuerdo con estas dos cosas que son injustas. Salvo aquellos que ostentan el poder y se ven beneficiados por esto. ¿Qué podrían decir los medios de comunicación para manipular la opinión pública? ¿Cómo defenderían algo que es indefendible y profundamente injusto? ¿Habría alguien de la población de a pie que se opusiera a esta manifestación? La verdad que lo dudo mucho. Debemos pensar en que hay mucha gente que vota por el PRI. Sus razones son sus razones. Quizá muchos no las pueden compartir y considerar absurdas y carentes de argumentos. Pero cada quien es libre de elegir lo que quiera y no tenemos ningún derecho de criticar a alguien que haya elegido al PRI, así haya sido vendiendo su voto. Para muchas personas 1000 pesos pueden significar la solución a algunos problemas que tienen de manera inmediata.
                ¿Qué decir sobre el retraso que intencionalmente hizo Felipe Calderón de la ley de víctimas para no aprobarla? Hay muchos actos que son profundamente injustos y que los hemos aceptado. Parece que lo único que nos importa es la figura presidencia, pero pensemos: en realidad quien dirige el poder ejecutivo no es tan importante. Podemos aspirar a un país más justo, sea quien sea el presidente.
                  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Wuau!
Un discurso civilizado y con muchos tintes de sabiduría. Agradezco la coincidencia que me trajo hasta aquí, a través de uno de mis grandes héroes de la historia, Gandhi.

Saludos de parte de Laurel

Ernesto Rodsan dijo...

Que sorpresa tan grande encontrar un comentario tuyo. Que bien la coincidencia con Gandhi. Estate bien