“Bastó el contacto de la yema de mis dedos a su cuello para
hacer explotar el deseo sexual con tal intensidad que se materializó en una
especie de aire espeso cargado de una densa energía que se formó de entre los
dos. Aspiré esa “nube” que dejó ser aire en cuanto se introdujo a mis narices. En
mi pecho se convirtió en remolino que giró y terminó concentrándose en el plexo
solar como una punzada sin dolor, desde donde se extendió como con tentáculos que
se prolongaron hasta las gónadas…”
Escribir
“deseo sexual” en vez de “amor” no fue un desliz inconsciente, ni una elección
al azar, sino un acto meditado. Detestaba las cursilerías facilonas. “Se ha repetido
tanto la palabra ‘amor’ sin ton ni son, que casi ha quedado vacía de
significado y sentido. En cambio, ‘deseo sexual’ es un concepto más claro,
directo, contundente” —pensó mientras releía las palabras escritas sobre la
pantalla.
Se
preguntó si Ángela había sentido esa materialización del deseo de la misma
manera que él. No sería posible verificarlo. La única evidencia de que ella
sintió ese mismo deseo fue que al día siguiente terminaron, por primera vez, envueltos
entre las sábanas.
Escribir su
vivencia era un deseo por dejar plasmado un recuerdo. Así se lo planteó, por
eso borró, cambió, corrigió y volvió a intentar describir su memoria una y otra
vez hasta quedar mediantemente conforme con el resultado. A pesar de eso, las
palabras seguían sin ser precisas. Eran muy abstractas… No era eso lo que había
sentido, aunque algo se le parecía. Sabía que era una batalla perdida. Era imposible
ser completamente preciso.
Sentía
tristeza al saber que aquel momento que vivió junto a Ángela ya no existía. Era
pasado. Intentaba buscar alguna manera de reproducir en su cuerpo aquella
sensación. Sin embargo, entre más lo intentaba, más se daba cuenta de la
infinidad de detalles que no recordaba. “¿En qué fecha exacta ocurrió? Sí, era
en junio. ¿O quizá era julio? Debió de ser entre fines de junio y principios de
julio de 1998. Pero la fecha exacta no la recuerdo. No le di importancia ¿Cómo
no pude darle importancia a ese momento tan trascendental?” Era un calvario.
Más y más detalles quería recordar y no obtenía sino más incógnitas. “¿Cómo iba
vestida Ángela? ¿Qué zapatos traía? ¿Qué ropa usaba yo? ¿Cuáles eran las
plantas que había en las macetas que había en las escalaras donde nos sentamos?
¿Qué hora era exactamente? Sí, sí, era el atardecer, quizá alrededor de 7:30, pero no estoy
seguro”.
Su
intento de recordar todo detalle no era sino un reflejo de su imperiosa
necesidad de ocupar el cuerpo de Ángela. Introducirse a ella, estar dentro de
ella. Recordaba el sentimiento en su memoria, pero ya no lo sentía, era pasado.
Era el recuerdo de una sensación, ya no era una sensación. Lo más que alcanzaría
sería una victoria que no dejaba de ser pírrica.
— No es
verdad que recordar es volver a vivir— pensó y no dejaba de sentir frustración
porque la memoria no es sino una selección de recuerdos que posiblemente no se
corresponden con lo vivido. Sin embargo, ahí estuvo Ángela y él compartiendo un
instante que para él fue inolvidable, aunque no plenamente recordable… Ya no
quiso pensar. Sabía que de continuar haciéndolo podría llegar a la conclusión
de que ese momento no había existido y que había sido sólo una invención de su
memoria que combinó elementos de aquí y de allá, para hacer memorable el acto.
Oprimió publicar y dejó que su recuerdo, real o imaginario pudiera ser
compartido por quien lo quisiera leer.
1 comentario:
El momento lleno de detalles, los ojos puestos en el objetivo, la experiencia... Esa viene después...
me gusta dude
Publicar un comentario