domingo, 24 de marzo de 2013

Un "recuerdo"


“Bastó el contacto de la yema de mis dedos a su cuello para hacer explotar el deseo sexual con tal intensidad que se materializó en una especie de aire espeso cargado de una densa energía que se formó de entre los dos. Aspiré esa “nube” que dejó ser aire en cuanto se introdujo a mis narices. En mi pecho se convirtió en remolino que giró y terminó concentrándose en el plexo solar como una punzada sin dolor, desde donde se extendió como con tentáculos que se prolongaron hasta las gónadas…”

              Escribir “deseo sexual” en vez de “amor” no fue un desliz inconsciente, ni una elección al azar, sino un acto meditado. Detestaba las cursilerías facilonas. “Se ha repetido tanto la palabra ‘amor’ sin ton ni son, que casi ha quedado vacía de significado y sentido. En cambio, ‘deseo sexual’ es un concepto más claro, directo, contundente” —pensó mientras releía las palabras escritas sobre la pantalla.

              Se preguntó si Ángela había sentido esa materialización del deseo de la misma manera que él. No sería posible verificarlo. La única evidencia de que ella sintió ese mismo deseo fue que al día siguiente terminaron, por primera vez, envueltos entre las sábanas.

              Escribir su vivencia era un deseo por dejar plasmado un recuerdo. Así se lo planteó, por eso borró, cambió, corrigió y volvió a intentar describir su memoria una y otra vez hasta quedar mediantemente conforme con el resultado. A pesar de eso, las palabras seguían sin ser precisas. Eran muy abstractas… No era eso lo que había sentido, aunque algo se le parecía. Sabía que era una batalla perdida. Era imposible ser completamente preciso.

              Sentía tristeza al saber que aquel momento que vivió junto a Ángela ya no existía. Era pasado. Intentaba buscar alguna manera de reproducir en su cuerpo aquella sensación. Sin embargo, entre más lo intentaba, más se daba cuenta de la infinidad de detalles que no recordaba. “¿En qué fecha exacta ocurrió? Sí, era en junio. ¿O quizá era julio? Debió de ser entre fines de junio y principios de julio de 1998. Pero la fecha exacta no la recuerdo. No le di importancia ¿Cómo no pude darle importancia a ese momento tan trascendental?” Era un calvario. Más y más detalles quería recordar y no obtenía sino más incógnitas. “¿Cómo iba vestida Ángela? ¿Qué zapatos traía? ¿Qué ropa usaba yo? ¿Cuáles eran las plantas que había en las macetas que había en las escalaras donde nos sentamos? ¿Qué hora era exactamente? Sí, sí, era el atardecer,  quizá alrededor de 7:30, pero no estoy seguro”.

              Su intento de recordar todo detalle no era sino un reflejo de su imperiosa necesidad de ocupar el cuerpo de Ángela. Introducirse a ella, estar dentro de ella. Recordaba el sentimiento en su memoria, pero ya no lo sentía, era pasado. Era el recuerdo de una sensación, ya no era una sensación. Lo más que alcanzaría sería una victoria que no dejaba de ser pírrica.

              — No es verdad que recordar es volver a vivir— pensó y no dejaba de sentir frustración porque la memoria no es sino una selección de recuerdos que posiblemente no se corresponden con lo vivido. Sin embargo, ahí estuvo Ángela y él compartiendo un instante que para él fue inolvidable, aunque no plenamente recordable… Ya no quiso pensar. Sabía que de continuar haciéndolo podría llegar a la conclusión de que ese momento no había existido y que había sido sólo una invención de su memoria que combinó elementos de aquí y de allá, para hacer memorable el acto. Oprimió publicar y dejó que su recuerdo, real o imaginario pudiera ser compartido por quien lo quisiera leer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El momento lleno de detalles, los ojos puestos en el objetivo, la experiencia... Esa viene después...
me gusta dude