Las redes sociales son algo extremadamente complejo.
Algo vertiginoso, caótico, que se mueve a la velocidad de la luz. Su presencia
en nuestra sociedad viene transformando no sólo nuestra manera de comunicarnos,
sino incluso nuestro estar en el mundo.
El mensaje es interpretado de manera activa por el
receptor. Pero el receptor del mensaje es un agente activo en varios sentidos. No
es un ente pasivo, sino un ente receptor cargado de significados y contextos
que le hacen interpretar los mensajes de determinada manera (eso ya se sabe
desde hace tiempo). Somos entes receptores activos que buscan los mensajes que
quieren recibir.
En las redes sociales el receptor puede ser alguien
a quien se le dirige un mensaje en especial, pero también puede ser alguien que
quiere recibir el mensaje y que como tal lo busca. Se Reciben los mensajes y lo
que se hace con ellos (ignorarlos, criticarlos, vanagloriarlos, rechazarlos,
acogerlos, comentarlos… las posibilidades son muchas) es algo que depende del
receptor.
Pero el receptor es a su vez emisor de mensajes. Todos
y cada uno de nosotros somos receptores y emisores activos de mensajes
codificados. Vamos empleando diferentes maneras de expresión que elijamos:
video, texto, audio, imagen o combinación de varios. Constantemente estamos
repitiendo lo que somos, lo que vemos, lo que sentimos, lo que nos importa, lo
que nos llama la atención. Pero en síntesis estamos diciendo una sola cosa “esto
soy yo”. Lo decimos de manera pública, por eso incesante necesidades de decir “aquí
estoy, este soy yo”. De la misma manera que lo hizo el hombre de las cavernas (presapiens
sapiens, como el neanderthal o cromagnon) cuando pintaban su mano sobre el muro
rupestre de una cueva o sobre una piedra. Como seres humanos tenemos esa
necesidad de dejar una muestra objetiva, una evidencia tangencial de nuestra
presencia en el mundo. Dejando manos pintadas, escribiendo mensajes, criticando,
loando, compartiendo… Pero dejamos esos mensajes que evidencian nuestro estar
en el mundo con la intención de que alguien los vea. Queremos que los demás
sepan que aquí estamos.
Así nos compartimos, así les decimos a los demás que
aquí estamos, y los demás responden “te veo” y yo también estoy aquí. La manera
como expresamos esos mensajes son múltiples y en ellos expresamos precisamente
lo que está dentro de nosotros. “Mira tengo una hija”. “Miren tengo una novia”.
“Miren mi novia se enceló porque le platicaron chismes”. “Miren hay alguien que
me está molestando y lo quiero golpear (pero no digo su nombre). “Miren hay una
chica que me gusta y no se lo he dicho”. “Miren la chica que me gusta no me
hace caso”. “Miren cómo quiero a mis amigos”. “Miren a donde fui el fin de
semana”. “Miren ahora no dormí nada (por primera vez en mi vida”. “Miren hoy
bebí cerveza”. “Miren lo que me compré”. “Miren lo que deseo”. “Miren lo que
añoro”. “Miren la película que vi”. “Miren el libro que leí”. “Miren como me
aburro en las clases”. “Miren como odio mi trabajo”. “Miren lo que está pasando
en este lugar”. “Miren como mienten los políticos”. “Reunámonos para hacer una
manifestación… una fiesta… una salida al cine… para jugar en el parque… para
amarnos… para golpearnos…” “Miren la música que me gusta”. “Miren como
pertenezco a este grupo, pues soy darketo, punketo, directioner, believer, emo,
rockero, metalero…”
Las redes sociales se convierten en un espacio
diferente al espacio tridimensional que vivimos. Las redes sociales son un
tiempo y un espacio diferente. Son un tiempo y un espacio que poseen su propia
lógica, sus propios sentidos y significados. Se convierten en extensiones del
patio de la escuela. Una prolongación del salón de clases. De la oficina, del
café… Sus reglas del tiempo carece de límites para ligar, para ponerse de
acuerdo, para discutir, para pelear y todo eso que hace que seamos humanos.
Las redes sociales implican compartir presencia,
compartir sentimientos, pensamientos, reflexiones, libros, música, imágenes.
Estos somos nosotros, con nuestro estar en el mundo, compartiendo nuestra
presencia, nuestro ser. Las posibilidades que poseen son infinitas. En términos
políticos, laborales, sentimentales, musicales, literarios, cinematográficos.
No hay nadie que esté solo. Pues siempre habrá alguien que vea cómo quedó esa
mano plasmada y sepa de estuvimos ahí. Así sea solo uno el receptor que a su
vez también dejará su registro de su presencia pintando su mano en el muro
virtual de las redes sociales.
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