lunes, 27 de junio de 2005

Chapter XII

Corrí deseando que no fuera muy tarde; pero el sendero ya no estaba. Todavía alcancé a ver en la distancia como el maldito perro afanosamente lo iba borrando con su brocha. En una sola sacudida me quedé sin pilares, sin faro y sin sendero.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El perro con su brocha? ejem... ay, pobrecito, le arderá cañón al orinar :(

Anónimo dijo...

Todas las cosas hechas por los hombres acaban para desaparecer. Existen otras señales más seguras para seguir adelante, pero no se pueden ver con los ojos. ¿No te vas a perder?

Unknown dijo...

¿Te diste cuenta que en realidad no eras tú el que estaba corriendo?

Ernesto Rodsan dijo...

Jeje Noemí, hiciste cómico algo que era aburrido y extraño. Me gustó.
Sí me dí cuenta mi estimada Iki, ya traté de corregirlo, muchas gracias.
Mi querida Cristal, es la idea: quedarse sólo con el corazón. Hace falta, creo yo, que nos liberemos de los tres pilares del pensamiento occidental: Nietzsche, Marx y Freud... me perderé, la verdad eso espero; o mejor aún no me importa a dónde voy a llegar, me importa caminar.
Saludos a las tres y gracias por sus comentarios.

Unknown dijo...

Hum.. no sé si está de más decirlo, pero mi querido Sic, la intención no era corregir sino maravillar; es común que después de muchos pasos y caminos andados nos demos cuenta de que corremos y nos apresuramos a llegar a tiempo a.. porque tenemos que.. y finalmente no sabemos ni a dónde, ni por qué la prisa ni qué tenemos qué hacer. Es en este punto en donde simpre me detengo unos minutos a divagar sobre si seré ella, la que tiene que llegar aprisa, al lugar a donde tiene que llegar, para hacer lo que tiene que hacer..