miércoles, 6 de julio de 2005

Chapter XVI

El sendero por donde giraba pesadamente el carro de Jagganath quedaba salpicado de sangre, sesos y cuerpos triturados. El sacrificio para alimentar la furia implacable de la modernidad ya causaba muchas dudas. Había incluso quienes intentaban escapar de la inmolación, pero el camino era muy angosto y las paredes simbólicas que lo circundaban hacían muy dura esta tarea. Raramente caía un poderoso, pero eran ellos quienes cantaban más alto y hacían sus plegarias con los ojos cerrados, para hacer más evidente su fe, aunque llevaban tras de sí sirvientes golpenado y tumbando a los prójimos. Muy pocos querían seguir en la globalizada procesión pero eran menos los que lograban dejarla atrás.
Las sospechas eran ciertas ya no era Krishna el entronizado sobre el Jagganath sino dos martillos cruzados custodiados por ocho guardianes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Globalización? o no globalización. He ahí el dilema.

libréluna dijo...

Fuerte como trago de whisky a las 9 de la mañana.

Creo que lo único que debo agradecerle a la globalización es la música, la comida chatarra, las películas, la coca-cola, Phillip Morris, internet... sacando cuentas le agradezco un montón de cosas. Lo que no puedo agradecer de ninguna manera es el terror globalizado, el miedo ya no anda en burro, ahora se sube a los trenes, aviones y autobuses, y en vez de que el tecolote cante, sólo se escucha el timbre sordo del tren antes de cerrar sus puertas para anticipar tal vez su último viaje.

Blog de alma dijo...

...guardianes que custodian ideas.

Anónimo dijo...

A ver dónde lleva este sendero... Yo quiero creer que un poco más adelante se encuentran unas flores, hasta pequeñas y aún débiles. A ver...
Una sonrisa y un fuerte abrazo, estimado Yohualli

libréluna dijo...

Creo, mi querido Mostro, que cuando el manejo de lo simbólico está implícito en todo el texto, el especificar que las paredes eran simbólicas está de más.

Eso creo yo.