jueves, 5 de mayo de 2005

Sin saracof en los reteapretados Defes II

II

El trabajo de archivo es muy pesado. Más bien está de hueva porque los documentos que estoy revisando son en su totalidad oficiales. Estadísticas, listas largas de numeritos que toman sentido después de haberle dado muchas vueltas. En el AGN no fotocopian ningún documento que exceda el tamaño oficio, y como las hojas de cálculo que revisé estaban más grandotas, ahí estuve con mi paciencia y mis ojos traicioneros dando objetividad a mis apuntes. Lo bueno que esa vez iba con Björk y con DCD. Si no, me quedo dormido, igual que el policía, de la ultraprotegida galería cinco. El tedio se vuelve mayúsculo, pero la autoconsigna de aprovechar el tiempo lo más que pudiera me motiva para mentenerme despierto; además el varo para viajar a los reteapretados Defes es escaso.
El sofocado calorcito en el metro es rico, novedoso y atrayente los primeros tres días. La rutina se vuelve tedio. Las estaciones no cambian de lugar, siempre tienen el mismo orden. La atención disminuye, ya no hace falta tener los ojos puestos en los lugares; estos parecen adoptar la falsa apariencia de comunes...
Las mujeres en los Defes no se caracterizan por su gran belleza, ni por tener los grandes cuerpazos. Más bien son chaparritas, regordetas, ojos algo achalados, pelo lacio. La cintura pasó de moda y los escotes, en su mayoría son censurables. No me arrancan miradas ni hacen encender el aparato de scaneo. Todos los túneles son iguales. Las lucecitas blancas y azules ya no me llaman la atención. Se aprende a ocupar espacios que escapan a las "apreturancias". Bueno, esto es relativo, estoy hablando de los reteapretados Defes.
La tesión se relaja, ya ni el celular me guardo en el bolsillo. Ya la muslera está vacía y la cartera en la bolsa de atrás.
Como en Copilco me encandilo, me puedo despertar con facilidad y por eso ruego para encontrar un asiento en la línea tres y poder dormirme en el trayecto que en días aciagos dura más de una hora. Es en este momento el AGN se vuelve más pesado. Los tacos de chicharrón en la TAPO hacen también efecto, el calorcito, la retemucha gente, las apreturancias... Todo se conjuga para iniciar la caza y matar un coyotito. Total es tiempo que se tiene que aprovechar de alguna manera. Claro, la lectura, Nacho Altamirano es bueno y muy divertido pero en aquellas alturas se volvía soporífero. Ni Björk, ni DCD, ni Pink Floyd podían contener aquel alúd en los párpados. Aquel golpe con un marro en la cabeza hace entrar en sueños pesados de inconciencia.
La caja de zapatos de la Biblioteca Central quizá en los cincuentas tuvo aire acondicionado, así lo demuestran las rejillas en la pared; tal vez en el 68, pero ahora sólo un ventilador mueve el aire caliente. Ortiz Hernán y sus agrureses historiográficas se vuelve divertido, aún más Pletcher con alguno que otro de sus pasajes inocentes. La Kuntz y su severidad abruma un poco, pero mejor le saco copias. Quizá los descréidos de Fogel y a Fishlow hubieran sido divertidos, pero me cansé de buscarlos, de seguro no están.
Ya los jardinzotes se volvieron conocidos, ya no me llama tanto la atención las dimensiones de CU, ya se vuelve un tedio aventarse hasta dos horas en el trayecto de regreso. Ya ni siquiera es necesario ponerle un ojo al mapita de las líneas. Conozco prácticamente nada de los Defes, mas mi rutinita produce la seguridad que aletarga los sentidos. Lo que antes me cautivaba con su atracción negativa, ahora ya se convierte en un puro y absoluto tedio. Cargar la pinche laptop es una joda. ¿Internet?, me vale madre. Es una hueva esperar a que se desocupe la mesa en el "Sangron's" para poder conectarla, la descastada batería se descompuso.
¿El asombro? Desapareció en la tediosa seguridad. Me gusta más estar perdido, tener preguntas y no responder ninguna. Pensar en nada y concentrarme en lo más básico, en lo más inmediato; sin embargo, se escapa de entre los dedos irremediablemente en el proceso en que lo otro, lo diferente se va haciendo lo igual.
Cada vez odio más a Lacan.

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